viernes, 26 de abril de 2019

Mi viejo navío


El navío reposa majestuoso y sereno recogiendo en su vientre de metal enmohecido el abrazo tirano y eterno de los mares que encadena su cuerpo de gigante vencido. No habita en sus entrañas el marino broncíneo y sus mudos cañones no gritan sus cantares vomitando la muerte hacia el barco enemigo. Ah, mi viejo navío... ya ni ratas te quedan hasta ellas se han ido pues tu vieja bodega ulcerada y vacía no puede ya ofrecerles alimento y abrigo. Pero yo no abandono a mis viejos amigos y por eso cruzando cien leguas a tu lado he venido. Tres años han pasado, más de mil días, ¿recuerdas? desde el maldito encuentro con la goleta inglesa que te quitó la vida, y a mí la pierna izquierda. Ya mis padres han muerto, se los llevó la guerra y María, la novia que lloraba en sus cartas mi ausencia hoy no sabe ocultar la vergüenza que le inspira mi pierna de palo golpeteando en la vieja calleja. Ah, mi viejo navío... como ves, estoy solo y por eso he venido a guardar en tu viejo cadáver el mío...

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