viernes, 26 de abril de 2019

Sur


Pa que sepan como soy


Dicen que Dicen

CON FEDERICO CON PONTIER

Madame Ivonne

Enfundá la Mandolina y Monserga

Tu Pálido Final y Un Tropezón


Renunciamiento


He renunciado a ti. Fue una locura. Vano intento de atar con la delgada hebra de un cabello al inmenso caudal de mi ternura el corcel desbocado de mis celos... He renunciado a ti. Con un renunciamiento que este invierno llena de palabras quebradas, frases muertas. Que llenaron mis labios de promesas. Que no pude cumplir pues tuve miedo de que no comprendieras que este amor de pecado y de pureza con que mi alma cansada se alimenta cegando mi razón y mis sentidos nos perdiera... Sólo pude ofrecerte un viejo corazón cansado de mentiras y una fe moribunda mil veces malherida... Tú me ofreces la luz valles, nubes, montañas cielo límpido azul paisaje nuevo que no puedo gustar pues ya estoy ciego... Tú me ofreces la aurora y yo el ocaso y no quiere mi noble cobardía que pierdas en el cambio... He renunciado a ti como renuncia el famélico mendigo al vino generoso y al caviar con gesto resignado como llora el niño pobre su tristeza frente al juguete caro... Así renuncio a ti. Con un beso de niño y un sollozo de viejo. Como al agua y al sol vivificantes renuncia el árbol seco....

Arrepentimiento


Por qué te dije adiós... por qué, adorada, mi dolor no advertiste si al morder tu beso triste comprendí que me enclaustraba en la cárcel del recuerdo... Con mis lágrimas. Llanto inútil lacerante con que vierto el dolor de no tenerte de adorarte desde lejos... Por qué te dije adiós y he permitido que te fueras como un sueño llevando tras de ti tu fresca risa dejándome en silencio... Y yo vi un gran amor en tu mirada y yo vi tu tristeza el dolor de tener que obedecerme aunque no lo quisieras... y obediente te fuiste, y no supe gritarte que volvieras... Golondrina aterida frente al viento que quiso, enamorada de un paisaje afrontar al invierno... Y yo pude ayudarte, yo era fuerte pero te dije adiós, cobardemente... Tuve miedo al amor. Inmenso miedo de vivir otra vez ardientemente.... Ayer te vi pasar y tu mirada reflejaba la luz de amores nuevos y te quise gritar ¡Ay, cómo te quiero! Yo sigo en este invierno que es el mismo de siempre más vencido y más viejo pero siempre queriéndote. Por eso he de gritarte hasta que muera la palabra tardía que no puede alcanzarte: Te quiero, amada mía. Con el alma te quiero y aunque sé que no habrás de volver nunca igual, igual te espero...

Añoranza


Adorada niñez que te has dormido en un dulce recodo del pasado con el canto apagado de la abuela y un nostálgico adiós de Reyes Magos. Adorada niñez que te llevaste con aquel mi primer pantalón largo el tesoro ignorado de ese tiempo la inocencia de un ángel sin pecado. Cuando el alma vagaba en las alaturas del ensueño feliz, casto y dorado, sin la sombra terrible de la duda ni los golpes traidores del engaño. Hoy que el sueño se ha roto en la distancia con la piedra del tiempo en mil pedazos si pudiera olvidar estos seis lustros volvería a esperar los Reyes Magos. Si olvidara del mundo sus maldades volvería a ser niño, a ser honrado y escuchando los cuentos de la abuela soñaría feliz en su regazo. Adorada niñez que te has dormido en un dulce recodo del pasado sólo guardo de ti para evocarte un doliente recuerdo desmayado...

El Corsito del Barrio


Mentiras


Camouflage

Milonga del Novecientos


Romántica

Tengo Miedo

Justo el 31 y Recordándote

Tarde

Amistad negra


He arribado a la cima de mi torva existencia y comienza el declive. Ya no apuran mis pasos ni rosados anhelos ni mentidas decencias. Mi bondad la mataron los que ayer la tuvieron y el amor puro y blanco que creía del cielo me ha dejado en la boca su más fétido aliento. Una noche de meses me ha encerrado en sus sombras y las sombras se agrandan y me acosan y crecen dibujando con manos descarnadas u negras en mis ojos sangrientos un paisaje de muerte. Pero nada es eterno y mis pasos inertes van camino del día. Cuando nada esperaba y ya en nada creía ha llenado mis manos temblorosas y frías el valor nada humano y la fuerza imponente de mi única amiga... La he tomado gozoso como un niño a un juguete es morena y pequeña y no obstante muy fuerte ha salvado mi vida en cien luchas a muerte con las pocas palabras de su boca estridente. Sus palabras de fuego son verdades que hieren. La he tirado en el lecho y la miro que duerme y mis negros deseos se detienen cobardes porque la sé obediente... ¿Me atreveré a ordenarle que me grite al oído una sola palabra de las nueve que tiene? ¿Me atreveré a pedirle presionando el gatillo la trágica elocuencia de su boca sin dientes?

El último tren


El gusano gigante y rugiente hecho en fuego en acero y madera se alejó rechinando en los rieles cual furiosa y fantástica fiera... Tú te fuiste encerrada en su vientre con un rictus amargo en los labios y el calor de tu mano afiebrada me abrazó en el andén solitario. Pronto el tren se burló de mis ojos y mató en una curva mis ansias aumentando su aguda sirena el amargo sabor de mis lágrimas. Qué pesadas se tornan las piernas cuanta niebla aprisionan los párpados cómo cambia la voz, cómo tiembla cuando un tren nos aleja el pasado. Tú te fuiste con él hace meses y así a diario te sigues marchando cuando el viejo reloj da las nueve y el tren deja el anden solitario. Sé que al fin volveremos a unirnos tras el corto camino, tan largo... y será el mismo tren de las nueve que vendrá a devolverme el pasado... Disfrazaste la tos traicionera con sonrisa valiente y cansada y hacia el norte partió el tren cargado con tu pobre esperanza angustiada y mi cruel presentir despiadado... Qué pesadas se tornan las piernas, cuánta niebla aprisionan los párpados cómo cambia la voz, cómo tiembla cuando un tren nos aleja lo amado y qué triste se pone a las nueve con su adiós el andén solitario...

Saldo y Seis Años { Tango que escribió }


No lo puedo creer, eres tú la que lloras eres tú la que ruegas de ese modo angustiada mi confianza de niño, mi ternura de otrora qué pálida te has puesto por tan poco, por nada... Vístete, no te quedes contemplándome muda temblorosa y doliente con mirada tan triste he aprendido a dudar frente a tu alma desnuda y abierta como un libro, la tarde que te fuiste. Cuando mostraste fría sin asomo de pena como un regalo negro tu abandono cobarde me contagiaste amarga esta fuerza serena, como un virus terrible este mal incurable. Hoy has vuelto pensando que mi amor sería eterno eterna mi confianza y también mis deseos... Sólo hallaste lo último, lo anterior ya se ha muerto como mueren los pájaros sin nido en el invierno. Me reprochas que te haya acariciado de nuevo y qué quieres, si sigues siendo siempre tan guapa y yo joven y fuerte, y además no estoy ciego como la tarde aciaga que lloré por tu alma y dejé como un necio que tu cuerpo escapara... El recuerdo de entonces ha quedado flotando en el hondo vacío de mi ser que te amaba ponte pronto la blusa, que a pesar de tu llanto el vacío que hoy dejas, sólo será en mi cama... Basta ya de llorar, que me cansan tus lágrimas. Péinate en el camino, aquel peine es el tuyo y tuyo este pañuelo, también aquellas cartas tus palabras de amor, tu voz, maldito arrullo que atesoró mi oído y mi burlada confianza. Vete pronto que el día anuncia su llegada no quiero que te vea mi madre cuando salgas y toma este dinero que paga tus caricias así estamos a mano, ya no te debo nada... Te vas sin saludar porque te hago justicia. Sí que eres orgullosa, y hasta mal educada... SEIS AÑOS { El Tango que escribió } Después de mucho tiempo, seis años más o menos, ayer te vi de nuevo del brazo de tu amor, y ésta pasión inmensa descontrolada y loca, como un fantasma rojo mis sienes envolvió. Felina y majestuosa con fría indiferencia, tus bellos ojos grises, mordieron mi ansiedad, en alas de tu paso tan pequeñito y suave, espléndida y dichosa, con él te vi pasar. Retrocedí seis años parado en la vereda, me vi cantando un tango, aquel que nos unió, en épocas lejanas de efímera grandeza mi nombre en los carteles, y yo en tu corazón. Tras el amargo ensueño, volví a montón de diarios, tu engominado amigo me pidió La Razón, se la entregué rogando que no me conocieras, y te fuiste contento del brazo de tu amor. Me adelanté unos pasos, con ansias de llamarte mi pobre voz quebrada, fue un grito sin color mis manos transpiraban, heladas por la angustia crispadas de impotencia, como mi corazón. Noté tras la vidriera del turbio bar cercano, que un rostro me miraba, con cruel curiosidad entonces tropezando, avergonzado y triste me fui silbando un tango, para disimular...

Mi viejo navío


El navío reposa majestuoso y sereno recogiendo en su vientre de metal enmohecido el abrazo tirano y eterno de los mares que encadena su cuerpo de gigante vencido. No habita en sus entrañas el marino broncíneo y sus mudos cañones no gritan sus cantares vomitando la muerte hacia el barco enemigo. Ah, mi viejo navío... ya ni ratas te quedan hasta ellas se han ido pues tu vieja bodega ulcerada y vacía no puede ya ofrecerles alimento y abrigo. Pero yo no abandono a mis viejos amigos y por eso cruzando cien leguas a tu lado he venido. Tres años han pasado, más de mil días, ¿recuerdas? desde el maldito encuentro con la goleta inglesa que te quitó la vida, y a mí la pierna izquierda. Ya mis padres han muerto, se los llevó la guerra y María, la novia que lloraba en sus cartas mi ausencia hoy no sabe ocultar la vergüenza que le inspira mi pierna de palo golpeteando en la vieja calleja. Ah, mi viejo navío... como ves, estoy solo y por eso he venido a guardar en tu viejo cadáver el mío...

jueves, 18 de abril de 2019

Reportaje a Sosa en Radio de Bahía Blanca en 1958 y última audición de Julio Sosa


Visión 7 - A 50 años de la muerte de Julio Sosa


Julio Sosa, el varon del Tango - Programa Siglo 20

" Los Capos del Tango " Julio Sosa Parte 4


" Los Capos del Tango " Julio Sosa Parte 3


" Los Capos del Tango " Julio Sosa Parte 2


Los Capos del Tango" Julio Sosa Parte 1


Reseña y recordatorio a 50 años de su partida


Quién sabe en qué pensaba Julio Sosa el 25 de noviembre de 1964 a las tres y veinte de la madrugada, a metros de entrar en la mitología. Ajeno a las incesantes conjeturas que iban a sobrevivirlo, devoraba el asfalto de Figueroa Alcorta con su DKW Fissore rojo, tras una despedida de soltero. Tenía 38 años: aceleraba, sin saberlo, el último tramo de su vida. Algunos, como su amigo Leopoldo Federico, sostienen que debió esquivar un camión que salía de una estación de servicio a la altura de Mariscal Castilla. Tal vez tuvo una última imagen de la baliza montada en la estructura de hormigón, en medio de los carriles; tal vez no: un instante después entró en el misterio definitivo. Las horas posteriores dejaron, sí, algunas trágicas certezas: la trompa del auto alemán —con el que había posado sonriente para revistas del espectáculo— convertida en chatarra, el volante deportivo deformado por el golpe del cuerpo, la agonía de 30 horas en las que nunca recuperó la conciencia, el doctor Raúl Matera diciéndoles Está clínicamente muerto a su tercera mujer, Susana Merighi, y a sus amigos, la muerte completándose en el sanatorio Anchorena la lluviosa mañana del 26. Comenzaba el adiós a un ídolo popular que tenía apenas quince años de carrera en Buenos Aires, a un artista de origen pobre que —con alrededor de 200 temas grabados y un carisma extraordinario en vivo— estaba en la cúspide. El velorio comenzó en el Salón La Argentina, legendario local bailable de Rodríguez Peña 361. Pero la multitud obligó a que siguiera en el Luna Park, con colas que se renovaban bajo la lluvia, entre paraguas, lágrimas y desmayos. Hubo más de 100.000 personas. El cortejo fúnebre hasta la Chacarita duró 6 horas; la guardia de infantería dispersó con gases lacrimógenos a una multitud desbordada en el cementerio. Los medios de la época fueron unánimes: el sepelio del cantor uruguayo era comparable con los de Hipólito Yrigoyen, Carlos Gardel y Eva Perón. Después, los artículos se ramificaron en homenajes, indiscreciones y alegorías. Que el día anterior al accidente Sosa había cantado por radio Splendid La gayola (con su premonitoria “Pa’ que no me falten flores dentro del cajón”). Que, donjuan como siempre, transitaba por turbulencias sentimentales. Que solía abusar de la velocidad —ya había tenido dos accidentes de auto; en uno de ellos se había fracturado una pierna—. Que había bebido la noche del choque fatal. Que su viuda había soñado con esa muerte. En todo caso, ella pidió que el DKW fuera arreglado en un taller de Juan B. Justo al 2.300; vana intención de reparar lo irreparable. Julio Sosa había nacido en una casita de tablas y chapas: 2 de fe brero de 1926 en Las Piedras, Uruguay, a 20 kilómetros de Montevideo. Su padre, Luciano Sosa, peón rural, y su madre, Ana María Venturini, lavandera, lo llamaron Julio María. “Mi viejo era analfabeto y mi vieja, sirvienta. Siempre tuvimos un pasar humilde. Nos faltó de todo. Cuando debuté en Buenos Aires, me tuvieron que prestar un traje”, recordó él, mucho después, ya al resguardo de sus changas como lustrabotas, de repartidor de farmacia pueblerina o de vendedor ambulante. También fue marinero de segunda en la aviación naval, pero no resistió mucho tiempo la rígida disciplina. Todo fue precoz para él: la muerte y el amor, la desdicha y el éxito; la música. A los 14 años cantaba en el Café Parodi, de donde fue echado por ser menor de edad; a los 16 se casó con Aída Acosta; a los 18, se separó; a los 22 ya había cantado con varias orquestas y grabado cinco temas con la de Luis Caruso (Sur, entre ellos). A los 23, llegó a Buenos Aires: tenía fe en su voz y 4 pesos oro en el bolsillo. En junio de 1949 comenzó a peregrinar por modestos cafetines; debutó en el Los Andes, en Chacarita. Le ofrecieron 20 pesos por presentación y la comida con los mozos. En agosto, lo escuchó el letrista Raúl Hormaza. Le dijo que Enrique Mario Francini y Armando Pontier buscaban una segunda voz que acompañara a Alberto Podestá. La prueba fue en el teatro Picadilly. “¿Qué quiere cantar?”, le preguntó Pontier. “Tengo miedo”, respondió Sosa con suficiencia. “El tango Tengo miedo? ¿O tiene miedo de cantar?”, bromeó el bandoneonista. Sosa aprovechó la oportunidad de su vida. Esa misma noche acordó un sueldo de 1.200 pesos y consiguió ropa nueva. Empezaban los tiempos de éxito. Cuatro años después, tras una buena oferta económica, pasó a la típica de Francisco Rotundo. Pero en aquel 1953 comenzó a sufrir un problema en las cuerdas vocales; al año siguiente debió ser operado por el doctor León Elkin, especialista en nódulos de laringe. En 1955 volvió a la orquesta de Armando Pontier. En esa etapa, que duró tres años, grabó La gayola, Quién hubiera dicho, Padrino pelao, Martingala, Abuelito, Camouflage, Tengo miedo, Cambalache, Brindis de sangre, No te apures y Uno. “Todo lo que canto me gusta —aseguró El Varón del tango, ya famoso, ya bohemio, ya seductor, gracioso y recio, contradictorio, pintón, amante de las mujeres, el cigarrillo, la noche, el vértigo, los autos y las mascotas—. Jamás he interpretado una canción por compromiso. Estudio psicológicamente a los personajes de cada tango y me siento cada uno de ellos. Por eso digo que el cantor debe ser actor por naturaleza”. En 1960 decidió iniciar su etapa solista. Convocó a Leopoldo Federico para trabajar juntos. La dupla fue prolífica, triunfal: entre 1959 y 1964 grabó 62 tangos (María, Madame Ivonne, Volvió una noche, En esta tarde gris, El último café y Nada, entre otros), se presentó con enorme éxito en radio Belgrano —Federico era el director estable de la orquesta— y en infinitos bailes multitudinarios. “No comprendí en toda la dimensión quién era Julio Sosa hasta que actuamos por primera vez juntos —explicó Federico—. En un momento tuve que dejar de tocar, con el bandoneón temblándome en las rodillas. No podía creer lo que veía: Sosa se transformaba en el escenario. Tenía un poder de convocatoria y un carisma impresionantes”. El Varón del Tango, que tenía una hija de su segundo matrimonio, no se inquietaba por las corrientes nuevaoleras que parecían relegar al tango en los 60. Su poder de convocatoria se multiplicó con sus trabajos televisivos en ciclos como Luces de Buenos Aires, Copetín de tango o Casino. Con una carrera breve e intensa, el cantor uruguayo ya no tenía diques. Igual, él le atribuía su éxito al género en crisis. “Con el tango sucece como con el sol: a veces llueve, a veces está nublado, pero eso no quiere decir que haya desaparecido. Los otros ritmos no son más que nubes para el tango: fenómenos pasajeros”. A los clásicos que el público le pedía en los bailes les había incorporado —contra las sugerencias de su representante— tangos melódicos, algunos clásicos de otros cantores. Incluso y sobre todo de Gardel. Aunque a veces profesaba un humor picaresco, también tenía facetas cultas. Llegó a publicar un libro de poesía: Dos horas antes del alba (la hora en que tendría el accidente fatal). A sus giras se llevaba una linterna, para disfrutar de la lectura cuando el micro se quedaba a oscuras. El talento, la fama y acaso la muerte joven hicieron que Julio Sosa fuera comparado con Gardel. En junio de 1963, Sosa estuvo en la redacción de Clarín, en donde le preguntaron si no creía que se comerciaba con la memoria de El Zorzal. Contestó: “Pienso que a algunos se les fue un poco la mano. Por supuesto que no pongo en tela de juicio los merecimientos de “El Máximo”. Algunos lo ven como una veta inagotable. Y no creo que esa preocupación tenga por objeto conservarle el trono al gran Carlos. Porque es una utopía pretender igualarlo. Y porque los muertos son invencibles.”. Un año y medio después, en la esquina de Figueroa Alcorta y Castilla, Sosa se integraba, no sin enigmas, a ese selecto grupo de invencibles CINCUENTA AÑOS DE LA PARTIDA DE JULIO SOSA Lo llamaron El varón del tango por su voz grave, gruesa y la predilección por un repertorio orillero. Alguien dijo que era capaz de convertir cada tango en una trompada sentimental. Sin embargo, debajo de esa apariencia dura se escondía una personalidad romántica que reflejó en las 24 poesías recopiladas en libro que le dieron fama de tanguero culto, una calificación que siempre rechazó. Su muerte en un accidente de tránsito conmocionó al país hace medio siglo. Texto completo de ‘Varón, pa’ quererte mucho’, nota de Rafael Vaquero, seudónimo de Eduardo Rafael, publicada en el semanario El Equipo. “«Su muerte fue tremenda y llena de matices de leyenda: era una cena de despedida. Sosa jamás cantaba en reuniones. Pero esa noche sí. Y cantó tristes tangos que casi no se le conocían. Y él, que tenía una dicción perfecta tuvo que cantar nueve veces Aquel tapado de armiño porque no podía pronunciar ‘te lo pude al fin comprar’. Estuvo sorprendentemente cariñoso con sus compañeros: ‘Ustedes son mi familia’. (…) A los cinco minutos, ya solo en su coche, enfiló por la ancha avenida, exactamente sobre la línea demarcatoria. Un vigilante vio que se acercaba a 120 por hora a la baliza. Derecho, en línea recta. Hacia la muerte». Puede que el hecho haya ocurrido así. O no. Tal vez esa narración era el comienzo del mito. Edmundo Guibourg, que fue un maestro en eso, siempre ponía en duda lo que leía porque reconocía que los periodistas tenían facilidad para desarrollar una fértil imaginación. Apoyada en hechos reales la muerte del cantor Julio María Sosa dio para cualquier interpretación. Como la que acabamos de transcribir que pertenece a la revista Atlántida. (…) Julio Sosa era, en 1964, el intérprete de tango que más vendía. El sello que lo tenía contratado, Columbia, lo consideraba ‘artista de catálogo’, es decir, de venta inconmovible. (…) Siempre tuyo bien en claro lo que quería. Él decía, con voz grave, gruesa, un tango lento, ronco, orillero, irónico. Con olor a malvón y no a rosa. Los hombres lo escuchaban con emoción y algunos se iban rabiosos tras asombrarse por la bravura con que los cantaba. Además sabían que sus mujeres parecían enamorarse de ese mocetón ‘capaz de convertir cada tango en una trompada sentimental’. Uruguayo, nacido en Las Piedras, un pueblito a 26 kilómetros de Montevideo, llegó a Buenos Aires con dos pesos oro en los bolsillos, el 16 de junio de 1949. Al poco tiempo fue contratado para cantar acompañado por dos guitarras en el café Los Andes, de Villa Crespo. Le pagaban 20 pesos por noche. Después del reparto le quedaban 10 y la comida junto a los mozos, cuando terminaba la noche. De todos modos, ese comienzo sirvió para que un autor de letras, Raúl Hormaza, lo llevara ante Enrique Mario Francini y Armando Pontier. Lo contrataron y pasó a ganar $ 1.200 por mes. Debutó en el cabaret Piccadilly, en Corrientes al 1500, un lugar bien milonga donde se iba a bailar, no a escuchar. Muy pronto recibiría el espaldarazo definitivo. Una noche concurrió a Piccadilly Enrique Santos Discepolo. Cuando lo vio, Sosa le dedicó ‘la próxima interpretación’. Fue el tango Dicen que dicen, de Ballesteros y Delfino. Discepolín se conmovió. Cuando calló la voz, se levantó de la mesa, casi corriendo se acercó al escenario, lo abrazó, y le regaló esta genialidad: —¡Pibe, si lo hacés mejor te juro que está mal! Nunca, ni antes ni después, Julio Sosa recibió un elogio mayor. Fuerte, recio, con Francini-Pontier primero, con Francisco Rotundo después, otra vez con Pontier y finalmente con Leopoldo Federico, supo siempre aprovechar la vibración dramática de su voz. Se afirmó en el repertorio más reo de Celedonio Flores, Enrique Santos Discepolo, Enrique Cadícamo y en una serie de temas: (…) y sobre todo en el gran acierto de acoplar a los compases de La cumparsita los versos de Por qué canto así, de Celedonio Flores, para demostrar que lo de El varón del tango nunca fue una calificación exagerada. Venía de muy abajo. Jamás escondió sus orígenes. ‘Mi padre era analfabeto y mi madre fue sirvienta’, confesó en la recordada nota de Primera Plana. En febrero del 64 agrupó 24 poesías propias en un libro que se llamó Dos horas antes del alba. Le hicieron fama de hombre culto. Se indignó. ‘¿Yo, hombre culto? ¡Mentira! Mi universidad fue la calle. Es cierto que aprendí y hasta puede que haya llegado a comprender a Beethoven. Pero antes pasé por Canaro y no me arrepiento.’ Leía mucho, algo incomún en un cantor de tangos. Y escribía. Tuvo aciertos, como agregarle una introducción a la letra de los tangos que recitaba antes de comenzar a cantarlos. Y defectos: muchas veces cambió la letra original —unas pocas palabras— porque le gustaban o le caían bien otras. Su peculiar modulación hizo que en su voz los tangos de línea melódica alcanzaran la misma repercusión que los arrabaleros. Dejó grabados 142 temas. Será difícil encontrar uno que no guste. El mismo Sosa reveló el secreto: ‘Canto lo que siento y no me fijo si el autor es un amigo o no. Por la misma razón nunca quise escribir letras de tango, para no verme obligado a devolver favores’. Filmó una película con Hugo del Carril, Buenas noches, Buenos Aires y sus amigos dijeron que en 1965 esperaba romper la barrera de los diez millones de pesos. Los que lo conocieron bien aseguran que era desmedido para todo: para comer, fumar, para beber. Contaba chistes groserísimos en público y era capaz de tomarse de un solo trago una botella de Villavicencio. De él cabía esperar cualquier cosa: un insulto, un poema, un abrazo. El conocimiento de la muerte de Julio Sosa, aquella mañana del 26 de noviembre de 1964, produjo dolor y desconcierto. La difusión de la noticia se demoró una hora porque no se encontraba un lugar adecuado para el velatorio. (…) A las 2 de la madrugada Troilo, D’Arienzo y el diputado radical Reynaldo Elena solicitaron a Tito Lectoure la cesión del Luna Park para seguir velando a Sosa. Rápidamente se organizó un grupo de voluntarios y el cuerpo fue trasladado en una ambulancia. Corrientes abajo fue la gente tras su ídolo. El traslado a la Chacarita estaba previsto para las 15. ¡Doscientas mil personas hicieron que fueran necesarias 6 horas y 5 minutos para recorrer la calle Corrientes de punta a punta! Mientras el cuerpo de Sosa era depositado provisionalmente en el depósito Nº 7 —por lo desusado de la hora— la policía, a machete y gases, impidió que el público ingresara en el cementerio. Al día siguiente, los restos del cantor fueron trasladados, ahora sí, al Panteón de Sadaic y los diarios informaban del saldo del impresionante entierro: 70 personas atendidas en ambulancias de la Asistencia Pública, víctimas de desmayos por falta de aire o crisis emotiva, 4 personas detenidas y 8 policías —un oficial y 7 agentes— heridos. ¿Qué había pasado? El doctor Raúl Matera dio esta explicación: ‘Estuvimos frente a un claro fenómeno psicosocial. En la Argentina de nuestro tiempo hay vacancia de figuras señeras, de personalidades fuertes, de hombres que puedan traducir, políticamente hablando, toda la fe y toda la esperanza de un pueblo anhelante. Alguien tenía que llenar el vacío. Alguien o algo tiene que servir de escape’. Metido en su universo de tango y de tangueros, Aníbal Pichuco Troilo dio otra interpretación, mucho más simple y sentida: —¿Vos te creés que el que se fue era Sosa?… ¡No viejo! Nos fuimos, un poco, todos.”

Julio Sosa dejó su marca en el tango y El Varón del Tango Julio Sosa y una historia llena de interrogantes


Además de cantante fue figura de la radio, la televisión y el cine, y publicó un libro de poemas Ayer hubiera cumplido 75 años el cantor uruguayo Julio Sosa. En efecto: había nacido el 2 de febrero de 1926 en la ciudad de Las Piedras, departamento Canelones, en la vecina república. El pequeño Julio se había ganado la vida desde chico en los más variados oficios. A los doce años había ganado un concurso de aficionados en un recreo cercano a Montevideo, y en esos años irrumpía como cantor en algún café de su pueblo natal, hasta que alcanzó a cantar en la orquesta de Carlos Gilardoni. La suerte lo llevaría después a Montevideo y Punta del Este junto a los grupos de Epifanio Chain y Luis Caruso, y en el cuarteto de Hugo Di Carlo. Tras registrar algunos tangos con la orquesta de Caruso, Sosa, que no encontraba un lugar promisorio en su país, decidió instalarse en Buenos Aires. Fue en 1949 cuando irrumpió junto a las guitarras de Cortese y Fontana en el café Los Andes, de Chacarita. Después la suerte lo llevaría desde el breve paso por la orquesta de Joaquín Do Reyes a la célebre formación de Francini-Pontier, una verdadera catapulta para afianzar su prestigio. Con ella cantaba Alberto Podestá. Julio Sosa irrumpía en la escena con un perfil casi inédito en el tango, si se exceptúa a Edmundo Rivero: estaba naciendo, en su firme estampa, El Varón del Tango. Su recia voz de barítono-bajo incorporaba un nuevo modelo entre los cantores de tango, muy lejos de aquellos gorgoritos belcantistas de tenores sentimentales que antes habían sido consagrados como registro típico del tango. Así fue imponiéndose su estilo; estilo varonil, pero sin ínfulas, sin las bravuconadas canoras de Hugo del Carril, pero de estremecida dramaticidad. Se lo escuchó en la boite Picadilly de la calle Corrientes, en temporadas en Radio El Mundo y en grabaciones en el sello Víctor. Tras la etapa de Francini-Pontier, Sosa se integró, a partir de 1953, a la agrupación de Francisco Rotundo. Allí grabó para el sello Odeón. Y cuando Armando Pontier asumió solo la función de director orquestal, Sosa lo acogió como vocalista de su conjunto hasta 1958. A partir de entonces, al imponerse como primera figura, eligió como acompañante al bandoneonista y arreglador Leopoldo Federico, con quien dejó grabaciones para el sello Columbia. Allí registró también obras del repertorio criollo de proyección folklórica, con acompañamiento de guitarras. No solamente los sellos grabadores lo vieron pasar por sus estudios. También la radio y la televisión lo contaron entre sus asiduos protagonistas. Además, participó en varias películas dedicadas al tango, por ejemplo en "Buenas noches, Buenos Aires". No contento con esto, Sosa publicó un libro de poemas, sin duda premonitorio: "Dos horas antes del alba". En la personalidad de Julio Sosa anidaba un ser disconforme, que a menudo era visitado por la angustia. Sin duda pesaba sobre él una infancia con un padre analfabeto y una madre que se desempeñaba como sirvienta. Por eso un día pudo confesar "Yo me llamo fracaso". Muchos pudieron descubrir en él a un muchacho sombrío, a veces triste, que contrastaba con una estampa exteriorizada de hombre seguro de sí mismo, de displicente soberbia y cancherismo. Y llegó el día fatídico. Día prenunciado cuando en 1961 chocó contra un taxi, piloteando una motoneta, y cuando al año siguiente, conduciendo un auto pequeño embistió a un colectivo. En ambos casos había escapado de la muerte. Pero llegó el 26 de noviembre de 1964, cuando de madrugada, otra vez en auto, chocó contra un pilote de la avenida Figueroa Alcorta. Y tras desesperada agonía falleció a las 9.30 de ese día. La despedida Hasta el sanatorio donde lo atendían concurrieron miles de admiradores consternados y sin poder consolarse. En la lluviosa mañana del viernes 27 de noviembre, una muchedumbre se agolpó en el velatorio, para despedir al cantor que los había conmovido con "Rencor", "Qué me van a hablar de amor", "Nada", "Sus ojos se cerraron" y decenas de tangos; o ese desgarrante recitado de "La cumparsita". Lentísimo fue el cortejo fúnebre desde el estadio Luna Park, donde lo velaron miles de admiradores, hasta el cementerio de la Chacarita, donde el 28 fueron inhumados sus restos en el panteón de Sadaic. El llanto sólo fue interrumpido por episodios de una franja peronista de manifestantes que, como expuso La Nación en su edición del 29 "pretendieron capitalizar" para sí el entierro con una corona que llevaba el nombre de su líder político. En 1987 los restos de Julio Sosa fueron repatriados y depositados en el panteón familiar en su ciudad natal, Las Piedras, a 60 kilómetros al norte de Montevideo. Así se conmemoraba el 22º aniversario de la trágica desaparición de El Varón del Tango. Muchos habían considerado a Julio Sosa como el sucesor de Carlos Gardel. De todos modos, más allá de los estilos del canto, sus destinos confluyen en que ambos encontraron la muerte trágicamente FUENTE LA NACIÓN xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx Entrevista a Ana Magnabosco* (docente, dramaturga y narradora) ¿Qué motivaciones la llevan a acercarse a la personalidad, a la historia de Julio Sosa? Todo comenzó en una época que yo viví en Las Piedras - viví 10 años - y dirigía un grupo teatral, con el cual hicimos una obra que se llama “Estación Las Piedras”. Para ello hicimos un trabajo de investigación con el grupo de actores, a partir de un tema del presente que eran los jóvenes que se mataban con las motos, casi siempre en las vías frente a la Estación. Las vías tienen muy salidos los rieles de los adoquines en un cruce que hay en Las Piedras, en ese lugar había siempre accidentes con las motos y morían adolescentes. El tema era una preocupación. Incluso en el grupo de teatro que dirigía uno de los integrantes tenía un familiar que había muerto hacía poco - un chiquilín, un adolescente - de forma trágica, también en una moto. Entonces queríamos hablar de ese tema, de esa cosa inmortal que hay en la adolescencia, donde parece que uno puede hacer cualquier cosa, donde parece que la muerte está lejísimo, o que es un tema que le toca a otros. Y sin embargo, era algo cotidiano en Las Piedras, el hecho de que muriera - en esa época - un joven por semana en accidentes de moto. La Estación Las Piedras, ahora está reciclada pero en los 90 era una estación abandonada. Por lo cual los actores - y yo me incluí - hicimos una investigación preguntándole a la gente, primero a la familia, a los vecinos, a los amigos, qué personajes recordaban de Las Piedras. Y después hicimos un trabajo de Mesa y decidimos que había 20 personajes que estaban presentes, incluso uno del siglo XIX que era Joaquín Bosch, que fue el que hizo el Molino de Bosch, que sigue estando como pieza histórica en la vieja Ruta 5, que es la entrada - hoy principal - que atraviesa La Paz y Las Piedras. Y aparecía Bosch con su historia, con una historia trágica en ese molino. Y uno de los personajes muertos que, por supuesto, estaba en la memoria - o el principal personaje que estaba en la memoria - de todos los pedrenses, era Julio Sosa. A raíz de esa investigación que hicimos sobre Julio Sosa que, incluso, fuimos con todo el grupo de teatro al cementerio de Las Piedras y descubrimos que estaba el ataúd de Julio Sosa (en ese momento en muy mal estado) en el panteón de Bosch, que es, una réplica del Molino de fines del siglo XIX. Es a partir de todas estas circunstancias que me informo más de él y de su vida. - ¿Lo habían puesto allí porque la familia no tenía donde ponerlo? - No, porque parece que se trajo a Julio Sosa como secuestrado, esa es la historia. Según los testimonios algunos amigos hicieron una especie de secuestro para traer sus restos. Vinieron de una manera casi clandestina. - Porque los argentinos, ¿no lo entregaban? - No, no lo entregaban. Entonces se trajo a Las Piedras pensando en hacerle un monumento, en tener un panteón para Julio Sosa, para que volviera a su patria. Y, en realidad, eso no se concretó nunca y el ataúd de Julio Sosa está en este panteón que es una especie de molino, que estaba muy deteriorado. O sea, ese ataúd está expuesto allí y estaban los vidrios rotos… - ¿La investigación les dio “insumos” para la Obra? - Hicimos la obra “Estación Las Piedras” - que es una de las cosas más lindas que yo recuerdo de esa época que dirigí teatro en Las Piedras- y fue un éxito de público. Los pedrenses asistieron masivamente a esas funciones porque reconocían a personajes que habían estado, sobre todo en el siglo XX. Un vendedor de lotería, un famoso cura que para luchar contra un prostíbulo famoso en Las Piedras, logró que la curia le pagara una capillita y la instaló exactamente enfrente al prostíbulo. ¡O sea, frente a una iglesia no podía haber un prostíbulo! En cada historia había cosas muy curiosas, muy de pueblo, pero muy interesantes desde el punto de vista del relato teatral. En ese contexto, en ese momento a mí me interesó mucho todo lo que pasaba con Julio Sosa porque era como una contradicción. O sea, quererlo traer de nuevo a su tierra y en realidad, luego, que no sucediera nada. Una de las cosas que vimos es que para hacer la estatua de Artigas, que está en la Plaza de Las Piedras, se demoró muchísimo para conseguir en colecta popular el bronce. Pero para hacer la de Julio Sosa - que es el doble de grande - el bronce apareció de un día para el otro. ¡Había hasta canillas! O sea que había una decisión popular de que Julio Sosa tuviera su estatua - que la tiene y del tamaño real - pero que nadie sabía porqué, cuando todos esperaban que Julio Sosa estuviera en la Plaza, terminó estando en una esquina fuera de la plaza, que es donde sigue estando. -La gente conocía a Julio Sosa y estaba motivada - de acuerdo a tu relato - por su trayectoria artística, porque era de allí, o porque conocía su trayectoria, su vida? Yo te estoy hablando de testimonios (casi una historia oral) que yo recabé hace más de 20 años. En esa instancia todavía, me encontré con gente que había sido compañeros de escuela, amigos de Julio Sosa, gente que lo había protegido o que había sido testigo de su infancia. Me acuerdo de un escribano muy mayor que había sido testigo directo de toda la infancia de Julio - ahora está fallecido, pero era contemporáneo- y que me contó cosas que después yo corroboré que estaban en el conocimiento popular, colectivo. -¿Por ejemplo? - Como que, por ejemplo, Julio Sosa había sido hijo de un señor poderoso en Las Piedras, un hijo no reconocido. -¿Cómo se llamaba ese señor? - Ese señor se llamaba Lisandro Carámbula. Son testimonios populares. Yo no te lo puedo asegurar. Pero hoy sería muy fácil. Si uno quisiera saber, con hacer un estudio de ADN se sabría exactamente. La historia es que Julio Sosa era un ser con una gran pulsión autodestructiva. Siempre era un hombre que estuvo viviendo al límite, por ejemplo con la velocidad, se mató justamente por eso, pero también, al límite en las relaciones personales. -¿Tiene algún ejemplo de eso? - Largas jornadas de trabajo y luego largas jornadas de sexo, de alcohol, de situaciones siempre llevadas al límite. Estoy hablando del Julio Sosa famoso. De una vida “reventada” en Buenos Aires, a mil. Como diciendo: “Bueno, estoy viviendo al borde, al borde, al borde”, siempre. Y, a su vez, con una gran angustia y tristeza personal, al punto que él se rodeaba de animalitos: perritos, gatos. Toda su ternura particular la volcaba en mascotas. Y una profunda soledad. Ese Julio Sosa éxito y gran cantante y con gran adoración del público, convivía con un Julio Sosa en Buenos Aires que tenía una gran melancolía, un gran dolor de vivir. Esa es la primera cosa. - ¿Y se sabe porqué? - La explicación que yo tengo es de acuerdo a los testimonios. En lo puntual, él tenía una hija - que debe vivir - que se llama Ana María, una única hija, y toda esa vida desordenada de artistas, mujeres, etc., etc., lo llevó a divorciarse de su mujer, con la cual tenía esta hija. - ¿Era de allí, de Las Piedras? - No, no. Este matrimonio se efectuó en Buenos Aires y era una mujer de ascendencia extranjera - una rubia muy esplendorosa - con quien él se casó y con quien tuvo esta hija. Al hacerse el divorcio - una cosa terrible pero que suele pasar - la mujer le quita la posibilidad de ver a su hija, con lo cual le genera un dolor existencial enorme, porque él tenía adoración por esa niña y no la puede volver a ver nunca más. Es su única heredera. Supuestamente, esa mujer debe ser hoy quien cobra los derechos de autor de Julio Sosa. - En esa investigación ¿qué pudo saber de su niñez y adolescencia en Las Piedras? - En realidad los testimonios que yo recogí, no sólo por una persona, sino de muchas, es que Julio Sosa fue un niño que ni siquiera calzado tenía, lo que en el pueblo se dice: “andaba en patas”… -¿Pero tenía madre? - Si, tenía padres. Provenía de una familia muy modesta y también - fruto de ese matrimonio que eran sus padres - hubo luego una niña, una hermana. La “historia” es que Julio Sosa es hijo de una empleada, que en ese momento era menor de edad. Cuando esta chica queda embarazada, este señor (Lisandro Carámbula) logra un casamiento y un obsequio - que es una casa muy modesta - para tapar ese escándalo social de un embarazo (extra matrimonial) y lograr colocar a esa chica con un marido y una vida independiente. - ¿Lo que usted me dice es que el verdadero padre de Julio Sosa, deja embarazada a una menor, que trabajaba en su casa como empleada y luego la aleja de su vida, provocando que se case con otro hombre haciendo una vida independiente? Si. Según los pedrenses, él era igual a su padre físicamente y no tenía nada que ver con su padre adoptivo que - por otra parte - hizo siempre de padre. Fue quien lo crió. En Las Piedras - en esa época era más pueblo, hoy es una gran ciudad - todo el mundo sabía esta historia y todos los testimonios indican que también sus hermanos por parte del padre real. -¿Sus hermanos por parte de padre? Sí, de padre, que era de una familia acomodada, una familia de clase alta de Las Piedras, estos hermanos iban al colegio “San Isidro” - que es el colegio que está en la plaza, el colegio de los curas - y los otros niños - con esa crueldad que muchas veces se expresan algunos niños - le decían: “Ahí van tus hermanos. ¡Y vos acá, en patas, vendiendo bizcochos en la plaza!” (Ya que Julio Sosa -niño - en aquellos momentos pasaba muchas horas allí). Los testimonios también hablan de que la gente le decía a un chiquilín: “Y vos sos más parecido al viejo Lisandro que los propios hijos. ¿Por qué no vas y le decís a tu padre que te compre unas zapatillas?”. ¡Qué crueldades, verdad! Con lo cual, lo que yo percibí - y estoy hablando de cosas que me contaron - es que Julio Sosa ya era un niño dolido, un niño que sufría una injusticia que él no podía manejar. Porque él - ya desde los ocho años - vendía bizcochos. Andaba por Las Piedras con una canasta de bizcochos y se subía al ómnibus de la época, ofreciendolos. O sea, era un niño pobre, cuando todo el entorno le decía: “¡Vos sos el hijo de un rico!”. Hay también otro testimonio de su vida en las Piedras. Esto un poco más adelante; parece que - de repente - tenía hambre e iba a los bares y pedía un refuerzo. Había una Fonda en Las Piedras donde una señora siempre le hacía un refuerzo de mortadela porque le daba como pena. Porque era un muchachón, era igual que su progenitor, que era un hombre de gran físico, de porte alto. Y se había hecho un muchacho grande y vivía desesperado por comer. Y había una señora que él siempre le caía en gracia, él era muy simpático, muy comunicativo y él siempre le agradeció a esa mujer que le brindara - sin ningún costo - un café con leche y, lo que se llamaba antes, un “especial” de mortadela. - Durante la investigación, ¿no pudieron tomar contacto con la madre? - No, la madre ya había muerto. Quien vivía era su hermana, pero este tipo de cosas son muy delicadas, porque, de última, tu estás yendo contra el honor de una muchacha a la que yo considero - si esto es verdad - una víctima de las circunstancias. ¿Qué podía hacer la “empleadita” de la casa, con un embarazo que ya no se podía ocultar? ¡Era un escándalo, local y familiar! Y en esa época esa doble moral se admitía y este señor, Carámbula, lo que hizo fue solucionar el problema de la manera que le pareció más adecuada. - Que más pudo saber del padre que lo adoptó? - Este hombre parece que era un peón rural, era un hombre trabajador. Pero, en realidad, siempre fue un hombre muy pobre. Pero que aparentemente lo aceptó bien. Lo que sucede es que Julio tuvo que salir a trabajar siendo un niño. Quiere decir que en ese hogar había carencias económicas graves, importantes. Con esa confrontación de estar él en la plaza vendiendo bizcochos y ver pasar a sus hermanos de uniforme, abrigados y acompañados yendo a un colegio privado, cuando él no sé si terminó la primaria. -¿Y se conoce alguna anécdota de la reacción de los hermanos sobre él? - No, no. De eso no tengo ninguna noticia. O sea, sin duda así como lo sabía toda Las Piedras, lo debían saber sus hermanos. Pero creo que son esas cosas que pasaban en los pueblos, que es muy difícil de admitir. Porque es reconocer el “pecado de papá”. “¿Cómo levantamos esto? Es mejor no ver”. Supongo yo que es mejor no ver. La idea que a mí me quedó es que el hecho de que Julio triunfara es como una especie de reivindicación social, no sólo por sus méritos de artista, sino que también era la oportunidad de decir: “bueno, la vida le pegó tan mal, que el hecho de que ahora triunfe y de que tenga dinero y que sea famoso y que vuelva a Las Piedras - como él volvió, llevado en andas - a cantarle a la gente de Las Piedras…” - ¿Él estuvo en Las Piedras ya siendo famoso y fue recibido como un triunfador? - Si, si. ¡Fue aclamado y adorado! La gente de Las Piedras siempre sintió un gran orgullo por ese hijo pedrense que - sin dudas - es un gran artista. -¿Y cómo fue el proceso de vendedor de bizcochos a gran artista? - Bueno, parece que - y eso también lo pusimos en esta obra teatral, “Estación Las Piedras” - siempre está el mito de que hay otro que canta mejor, ¿viste? Como el jugador de futbol, hay uno que era mejor pero resulta que a último momento le pasó no sé que cosa. El cuento es que en Las Piedras se cantaba en un bar que había en la plaza - que ahora se convirtió en un supermercado - en esos lugares que uno dice: “porqué, no sé…”. Yo llegué a conocer ese bar con un cuadro de Julio Sosa, mientras su dueño vivió, que era contemporáneo y admirador de Julio Sosa. En ese bar parece que se cantaba, se cantaba en forma espontánea, con cantores y en un momento dado se hizo un concurso, porque había la oportunidad de mandar un cantor - no se si fue en todos los departamentos - a participar en un gran concurso de cantores de tango en Buenos Aires. Entonces, localmente, se hizo el concurso y parece que había uno que cantaba mucho mejor que Julio Sosa, pero que tomaba. Y Julio Sosa tenía una gran hinchada de gente que quería que él ganara y el cuento es que al otro, para darle ánimo, le daban una caña y otra caña y otra caña. Y cuando llegó el momento de cantar, ya no se acordaba ni de la letra. Finalmente Julio ganó ese concurso. Y después surgió el problema de que no había dinero para que él viajara, ni dinero ni pilchas… ¡Porque había que presentarse en Buenos Aires! Entonces parece que los amigos más cercanos, todo el grupo de ese Bar y en realidad mucha gente que lo conocía, hicieron una colecta para comprarle el pasaje y un traje - que era lo que se usaba en la época- y que él se pudiera presentar en Buenos Aires. Está también la anécdota que Julio Sosa siempre contó; que él le estaba agradecido a un taxista desconocido, que cuando llegó a Buenos Aires no tenía idea de donde tenía que ir y el taxista lo llevó hasta el lugar donde se hacía el concurso y no le quiso cobrar. Lo vio tan desvalido que… Que no le cobró. Cuando él ya era famoso contó mucho la anécdota y ese hombre nunca apareció. Él quería, realmente, agradecerle y lo decía siempre. Porque él se tomó un taxi - porque no sabía qué colectivo tomar ni adonde ir - y después, cuando supo lo que valía el viaje que había hecho, se dio cuenta de que él llevaba - suponete - un peso y lo que le hubiera costado el taxi eran como cinco pesos. Que si ese hombre le hubiera cobrado, hubiera tenido un problema serio. Pero en el trayecto del puerto al lugar donde él tenía que ir - no sé por qué razón - ese taxista decidió que él lo iba a apoyar en su llegada a Buenos Aires y no le quiso cobrar. Así que Julio Sosa llegó con una mano atrás y otra adelante. -¿Qué edad tendría cuando eso? - Supongo que veinte y pocos años. Era la época de oro del tango en Buenos Aires y él cantaba en las confiterías y en los bares. -¿No volvió más? - No volvió más, directamente inicio una carrera de cantante. - ¿Toda en Buenos Aires? - Toda en Buenos Aires. - Que otra actividad de esa época se conoce que realizara - Nada más que changas. Changas de alguien que no pudo estudiar. Aunque hay un dato muy curioso: él era - aparentemente - un gran lector y hay un libro de poemas de Julio Sosa y un libro editado por él que, singularmente, tiene dos o tres poemas valiosísimos. Es un libro que destila dolor, absolutamente. Yo lo he tenido en mis manos, me lo prestaron en Las Piedras. Los poemas son de un dolor existencial que, realmente, a mi me da para pensar que toda esa historia de ese dolor, de la injusticia del niño, de ver que, realmente, nació en cuna de oro y no le tocó…se expresa allí. -¿Habla de madre, habla del padre, de su universo familiar? - No. Habla del dolor de vivir. O sea, no hay allí un apego a lo que pueden ser los afectos, o la familia. Yo diría que es un libro existencial, es un libro en donde la vida - para él - es sufrimiento. Y estamos hablando de un artista en su apogeo. De un hombre que hacía muchísimo dinero, que tenía fama, que tenía cosas que - de repente - para el común de la gente puede ser “LLEGAR” a determinado lugar. Sin embargo ese libro - que son poemas - lo desnuda como un ser doliente. Por eso yo tiendo a creer que esa historia de esa injusticia con que fue marcado su nacimiento y con que fue señalada su infancia… Porque una cosa es que suceda eso y otra cosa es que tu te críes y te vivan diciendo: “¡Andá a pedirle a tu padre que es rico que te de…!” -¿No se conoce ninguna declaración, expresión de él en referencia a ese origen y a su padre real? - No públicamente, yo creo que cuando él logró llegar a ese lugar de “triunfo” entre comillas, quizás haya funcionado como una compensación en lo social. - Pero sin comillas también, ¿no? - Sin comillas. Pero digo desde el punto de vista del dolor de él, yo digo un “triunfo” entre comillas, porque eso no lo salvó de la autodestrucción. En esa época él se había comprado un auto alemán que era un auto sport último modelo - lo que sería hoy una Ferrari, quizás - y si vas a 200 o a lo que da el auto, al máximo, es obvio que estás caminando por la cuerda floja. -Y él durante su adolescencia o ese período que vivió en Las Piedras - los 20 años, supongamos -¿tuvo novia, tuvo relaciones afectivas que se conozcan? - No te lo puedo asegurar, pero supongo que tiene que haber hecho la vida común de un hombre joven pero - claro - de un muchacho pobre. Porque estamos hablando de Las Piedras de los años 30, en donde las diferencias sociales eran muy marcadas. Había una clase alta - como en todo pueblo del Interior - que estaba dada por la burguesía, los comerciantes y los profesionales - y había una gran cantidad de gente pobre o trabajadora que estaba en otra… Esas diferencias que eran muy claras con los clubes en la plaza en donde Julio - por ejemplo - no podía entrar al Club Social, no le correspondía. -¿Eso es afirmativo? ¿No lo dejaban entrar? - No te lo puedo afirmar. Pero sí, que a ese club iba la clase alta. Y se hacían los bailes y allí entraba la gente de esos sectores. - Y después, ¿cantó cuando era famoso en ese club o en esos clubes? - ¡Cantó, como no. Sí, después! Creo que hay una anécdota de eso, de que era algo así como una “cobrada”. ¡Ahora ahí entró, llegó! Cuando vuelve con la fama. Pero en realidad él es un hijo dilecto de Las Piedras, porque él nunca renegó de su lugar de origen, nunca renegó de los padres que tuvo, de los padres que lo criaron de verdad, ni ocultó su pobreza. - Los padres con los que él creció, ¿estaban vivos cuando él era famoso? - Si, si. ¿Y él los llevó, a Buenos Aires, los atendió? No te puedo asegurar eso. Pero hay algo extraño: la casa natal, que era la casa de sus padres, que - supongo yo - que vivió su hermana, estaba abandonada. Y era una casa muy modesta. - ¿La hermana vive? - A esta altura no sé. -¿Pero por aquellos años de tu investigación, vivía? Si, hasta los años 90, vivía. Yo pienso que son esas cosas que pasan en el Interior. Que pasa también con el tema de Gardel; todo el mundo sabe como es la historia, pero es muy difícil ir contra los parientes locales que - a su vez - son tus vecinos, o tus conocidos, o la gente que vos ves. Y que todos saben pero nadie lo dice públicamente, o lo admite, o lo recrimina. - A la sociedad, ¿le gusta más la versión, que la historia real? ¿Vive más ese universo de imaginación que de realidad? - Sin duda, sin duda. Ahora, ¡yo en ese contexto los comprendo… Creo que hoy estamos viviendo otras épocas. Creo que muy probablemente, un hijo natural iría y diría: “Mirá, acá hacemos el estudio de ADN y quiero mi parte”. O: “soy fulano”, o “me parezco a vos”, lo encararía. Pero estamos hablando de otra época, en donde esas historias pasaban todo el tiempo y donde el que era víctima, se callaba, porque consideraba que había “perdido”. Que era lo que le había tocado. A mí, me conmovió mucho esta historia desde el punto de vista de cómo puede marcar el dolor de la infancia el destino de una persona. Un dolor no resuelto. - Usted indicó los gestos positivos que tuvo la sociedad pedrense cuando se hizo el monumento y en algunas otras instancias. Incluso cuando lo recibieron en andas. Pero hoy parece haberse diluido o perdido… - Si, pero eso creo que tiene que ver más con el “ser uruguayo”, somos un pueblo con poca memoria. Como que no tenemos ídolos. Es parte de la idiosincrasia… ¿Finalmente el monumento no fue llevado al centro de la Plaza? El monumento está en una esquina, cruzando la calle. No está dentro de la plaza. Parece que en su momento hubo una gran polémica, porque se hablaba de que el monumento iba a estar en la plaza y era lo que la gente quería. En su oportunidad, un pedrense me dijo con mucho dolor: “Bueno, como él era pobre, no le correspondía estar adentro de la plaza. Tenía que estar afuera, en la calle”. Singularmente, está en una esquina y frente a un Banco, delante de una casa bancaria. Pero bueno, está ahí porque la gente lo puso. Porque se hizo esa colecta pública por el bronce y se financió la estatua. - Simbólicamente él era de allí, de la calle, no del “centro de la Plaza”. Exactamente. No era del centro de la plaza. Pero sí que transitó esa plaza tratando de hacerse el pan. A mí me conmueve mucho pensar en él. Pero creo que es una historia de época y era así: los varones salían a trabajar y a los 8 o 9 años estaban en la calle tratando de ayudar a los padres a “parar la olla”. Hoy es muy mal visto un niño que trabaje, pero en esa época no. Era normal. - Relativamente. Porque tenemos hoy centenares en las calles pidiendo y trabajando. - Si, es cierto, es cierto. Pero en aquella época era bien visto. O sea, estaba bien visto que el chiquilín - sobre todo el varón - saliera cuanto antes a ayudar a “parar la olla”. -¿A usted le gusta el canto de Julio Sosa? ¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡Me encanta! -Y ¿qué es lo que le encanta? - ¡Me encanta la voz, me emociona ese timbre profundamente varonil! Pienso que el “Varón del Tango” está muy bien puesto. - ¿No se hace problema de género con el enfoque que hay hoy, de que los tangos que canta, a veces extremadamente machistas? - No, porque el tango siempre fue machista, es en el mundo del machismo y hay que aceptarlo así. Si no, uno se tendría que enojar con el tango. El tango es un género machista. Hay muy pocos tangos que dejan bien parada a la mujer, ¿no? - ¿Cuál le gusta más de los tangos que canta? - “Madame Ivonne”. Me parece que es una joya. Y miro a mi compañero que es hincha de Gardel… y que dice que no hay como Gardel. Pero a mí me gusta muchísimo. Si tuviera que elegir entre Gardel y Julio Sosa, me quedo con Julio Sosa. Lo siento una voz más próxima a mi mundo. Me sigue emocionando - aún hoy - sentirlo cantar “Madame Ivonne”. -¿Qué conclusión final tiene del origen de Julio Sosa? ¿Qué juicio tiene del padre biológico, de la situación? ¿Lo ve como un hecho sociológico o moral? - Yo diría que ambas están puestas allí. Una de las cosas que aprendí escribiendo es que uno se tiene que colocar siempre en el tiempo histórico, porque las ideas - todas las ideas, incluso las morales - cambian y son relativas con respecto al tiempo en el que uno vive. Yo creo que la historia de Julio es propia de una época en donde la doble moral era aceptada, ¿verdad? Los hombres solían tener su mujer, la legítima, los hijos legítimos y era muy común una familia paralela o tener hijos con las trabajadoras domésticas. Era lo más común. Tener relaciones sexuales era parte del trabajo de la doméstica. ¡Esa historia la hemos visto hasta el cansancio! En la literatura, en las telenovelas, en todos lados. Y para la gente de la época, eso no estaba mal visto. A mí lo que me conmueve mucho de esta historia, es el dolor de Julio visto por sus contemporáneos. ¡El sufrimiento que él tenía! Esa imagen que ya relaté; él parado en la plaza, en invierno, descalzo, con aquellos pantalones cortos que se usaban en la época, con la canasta con los bizcochos, temprano en la mañana, viendo pasar a sus hermanos con los capotes de paño abrigado para el colegio. Y él temblando de frío y que otro, más grandote, le gritara: “¡Ahí van tus hermanos! ¿Por qué no le pedís, vos al viejo Lisandro que te compre unas zapatillas? Vos, que andas en pata”. Él temblando y viendo a esos niños - que tenían un año o dos más que él- viéndolos a metros, abrigados yendo al colegio. Cuando él estaba sin ir a la escuela y trabajando. Esa cosa injusta. O el: “¡Vos, que sos más parecido a tu padre que los propios hijos! ¡Andá y pedile tal cosa!”. ¡Creo que es un dolor enorme, de injusticia! - Pero también es la historia de un triunfador. Porque es de menos a más. - De menos a más. Cómo él pudo hacer valer su talento real, legítimo, pero (te hago el “pero”) no dejó nunca de ser ese niño temblando de frío, dolido y herido. Esa es mi teoría, con la cual yo quería hacer un guión o una novela. Pienso, todavía, que algún día voy a hacer una novela. Me detuvo mucho el hecho de esa cosa de que uno alude a nombres públicos, a figuras públicas, a que el Uruguay - todavía - es una aldea y que hasta donde la ficción… Porque en realidad, yo tendría que tener los elementos de investigación como para decir: “Bueno, con permiso. Voy a sacar ADN de un hueso y voy a pedir a un descendiente que se preste…”. ¿Lo conseguiría? Creo que no. En esta historia hay otro elemento muy curioso; porque en realidad - como tu decís - él triunfó por él mismo, triunfó por su talento. Pero, fijate qué curioso, hoy se habla mucho de la historia genética, como sale una voz tan afinada, un oído tan privilegiado de una familia que también - la suya, la de sangre - se destacó por la música. -¿Ah, sí? ¿Hay una relación ahí? -Si, si, si. Pianistas y gente que tocaba instrumentos. Es como si dijeras: “vengo de una familia de dibujantes”. Él viene de una familia de gente que tiene que ver con la música. ¿Qué sería él de “Berugo” Carámbula? Abuelo. ¿Queda algo que mis preguntas no hayan cubierto lo que Ud puedas decir sobre esta historia? No. Que se podría investigar mucho más. Que se podría hacer una ficción que, en realidad, tendría que trascender a la historia de Julio. Que tendría que hablar de cosas de otra época, de cosas que quizás - ya hoy - no pesen demasiado, como esa doble moral que hizo… Cuando uno piensa, por ejemplo, en Eva Perón y en el dolor que llevó a Eva Perón a mover todo un país y una situación política… Porque nosotros sabemos hoy que ella era esa niña despreciada por su familia original, era hija natural de un señor poderoso y ese hombre tenía una doble vida y ella se consideraba - injustamente - parte del pueblo pobre y parte de los desgraciados, que terminaron siendo los “descamisados” y cómo eso te lleva a otro lugar. Entonces, es producto de una época. Hoy se reconocen los hijos naturales. - Pero a ese dolor usted le da un signo trágico. Sin embargo son triunfadores. - Pero porque fueron privilegiados. Porque pudieron trasladar el signo trágico y convertirlo en épico. -¿Son los menos? - ¡Son los menos! Sí. Está lleno de historias de esta gente que nunca triunfó. Obviamente, estamos hablando de privilegiados. Y a lo que yo voy - que es una teoría personal - es que ese dolor existencial… Capaz que era otra época. Si Julio Sosa viviera esta historia en el hoy, obviamente hubiera tenido un apoyo de terapia, o de antidepresivos, o de una cantidad de cosas. O hubiera podido ir contra su realidad y defenderse. Pero era otra época. Esas cosas se callaban. Eran secretos. Tú imaginate cómo le podés decir a tu propia madre: “¡Vos estuviste con fulano! ¡Yo no soy hijo..!”. Porque cuando él nació, ya nació en un hogar con un papá, al que se le dijo: “Este es tu papá”. ¿Cómo vas vos contra eso? Vas contra el honor de tu propia madre. O sea, ¡es muy duro! Por eso yo me detuve y no avancé con esa historia, porque me daba cuenta que era… Pude haber ido, estuve tentada de ir a la casa de esta señora - viejita ya - a hablar de este asunto y después pensé: “la voy a agredir”. Porque ¿qué me va a decir esta señora? “¡Usted está loca! ¡Mi madre no pudo nunca haber hecho tal cosa!”. - ¿Estás hablando de la hermana? - ¡Claro! Porque es ir contra tu propia madre, contra el honor de tu madre, ¿no? - Debo recordarle que usted es una docente, una intelectual, no una periodista… Porque un periodista hubiera ido. - Exacto. Pero a mí me conmovió mucho… No tenía la menor idea de esta historia de Julio Sosa. Yo lo veía como lo ve la gente común, lo veía al cantante triunfador. Y cuando a raíz de esta investigación para la obra de teatro me entero de este dolor, de la infancia, me conmovió profundamente. - Una última precisión, ¿esta es una historia oral recogida por usted? - Si, si. Pero, recuerdo que a este escribano de Las Piedras, al que ya hice referencia, le toqué el timbre, (no lo conocía) y le dije: “Mire, yo quiero que usted me diga, realmente, si esto es así”, y me dijo: “Es y es tal cual”. *************************** *ANA MAGNABOSCO: Dramaturga, narradora y guionista, nacida en Montevideo. Cuenta con 32 piezas teatrales estrenadas en el país y el exterior; recibiendo numerosos premios y distinciones, entre otros el FLORENCIO al Mejor texto de Autor Nacional, el Premio DRAMATURGIA de la Intendencia Municipal de Montevideo, y por 4 ediciones el PREMIO ANUAL de LITERATURA otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura. Le ha sido otorgado el Premio "JULIO SOSA - 2004" en reconocimiento a su "Labor de Docencia y Dirección Teatral en la ciudad de Las Piedras". Su Taller LAS MUSAS ha sido premiado por la Fundación Lolita Rubial, integrando la Antología de Cuentos, entre los más destacados Talleres Literarios del país.

Sosa paso a paso 3 parte


•SUS PASIONES•LOS AUTOMOVILES.Sabido es por los que lo conocieron, la pasión que julio tenia por sus automóviles y el cuidado con que los trataba, pero esto no significaba que anduviera despacio, le gustaba la velocidad pero no era imprudente. Su primer vehiculo fue una motoneta “Vespa” con la que recorría sus lugares habituales donde actuaba y le permitía estar a horario en todos lados.Cuando fue mejorando su situación económica, adquirió un “Isetta” un automóvil pequeño con puerta en el frente por donde emergía julio con su gran corporeidad, y que le valió no pocas “cachadas de sus amigos” que le bautizaron el móvil como “el huevo”. Lamentablemente con este vehiculo se incrusta en la parte trasera de un camión, quedando con heridas de consideración que lo llevaron al hospital con una pierna quebrada y varios golpes.EL ISSETA Luego de salir de la clínica y por recomendación del medico, consigue comprar un “Decarlo 700”, según julio una “joya mecánica”.Aun así sufre un accidente menor que lo tuvo un par de días en reposo. Por ultimo llega la estrella dorada de sus sueños, un “DKW Fissore”, una maravilla mecánica para la época y de una cilindrada importante.Comenta julio que ese auto estaba destinado a una locutora de radio famosa, pero julio insistió tanto al concesionario que dinero en mano lo compro por $750000m/n. una fortuna para esa época.EL FISSORE(DKW) •SUS ANIMALES Su amor por los animales, lo caracterizo siempre, ya que al cambiar a su nueva casa de villa del parque, julio recolecto cuanto perro callejero sin dueño o lastimado, anduviese por ahí.En mas de una oportunidad Federico Leopoldo comento que julio le “cargaba en el auto” los perros que encontraba para llevárselos a su casa.Tambien a llegado a pelearse de puños cuando veía que alguien maltrataba algún animal. Solo un lorito rompía con el esquema de perros que había en su casa, y al que le enseño a cantar la comparsita y despedirlo a julio cuando se iba. LAS MASCOTAS LA GASTRONOMIASosa era un hombre de buen comer, como decía su hermana “hay que sentarse a verlo como come”, y creo que no exageraba mucho.En varias oportunidades ha comentado el maestro Pontier que esperándolo julio para cenar llamo al mozo pidiéndole cinco bifes completos, preguntando Pontier quien mas iba a venir a cenar, julio le responde que ellos dos, “pero por que tantos bifes le dice”, responde julio. Maestro uno para usted y los cuatro restantes para mí. En otra oportunidad llego a cantar a Uruguay y como paga pidió una fuente llena de fideos con queso que hacia una vecina conocida.Asi de voraz era su apetito, pero así también de grande su corazón de amigo.Cuando los tiempos de giras se lo permitían, gustaba hacer de cocinero para sus amigos y compartir largas horas de charla y por supuesto sus infaltables chistes y cuentos “a veces subido de tono”. •LA POESIA•DOS HORAS ANTES DEL ALBAAsí titulo Julio a su libro de poesías un tanto fuertes en cuanto a sus experiencias vividas y dejaba vislumbrar gran parte de su sentir en ellas. Escritas en su reposo hospitalario la mayoría de ellas, julio reunió 24 poemas de hondo contenido y que le valieron no pocas críticas del ambiente periodístico. Pese a ello sus bien queridos amigos le recomendaron la publicación del libro, que a postrer fue de un gran éxito, tanto que se agoto al poco tiempo de su edicion.Aun hoy es difícil encontrar algún ejemplar en el mercado de libros. Sosa explico sus angustias y sus pormenores íntimos en los versos de sus poemas, dando así a entender que a pesar de sus éxitos el tenia un gran vacío de “algo”.Algunos de sus amigos solían destacar sus momentos de soledad y tristeza, pero así como de repente estaba triste, cambiaba en un instante y se ponía a hacer chistes.Era evidente que su estado de ánimo variaba de la alegría a la angustia en un momento, pero pocos sabían la causa.La edición del libro”Dos horas antes del alba” salio un 8 de febrero de 1964, como el decía “quise hacerme un regalo de cumpleaños”, sin suponer que seria su ultimo cumpleaños.También dejo un poema inédito que no incluyo entre sus 24 seleccionados y que se descubrió luego de su muerte, lo titulo “caminito”.Aunque, como El decía, era muy difícil hacer un tango, se animo a escribir unos versos que luego musicalizara Damario “El toto”, pero no han tenido mucha difusión y no se sabe si hubo registros grabados del tema. •EL PERIODISMO Su faceta periodística le permitió a muchas personalidades quedar bajo la mirada atenta de un periodista crítico pero benévolo en sus apreciaciones.En 1960 comienza con “Siluetas porteñas”,que eran semblanzas de personalidades destacadas en varios ambitos,entre los que se pueden mencionar a:Francini, Pontier, Federico, y el cirujano que le salvo la voz Dr.Elkin.Quienes dieron crédito a estas siluetas porteñas fueron los directivos de la revista “Tanguera”encargada de la cultura nacional pero actualmente desaparecida. REDACTANDO PARA LA REVISTA LA ETAPA EN TELEVISION Y CINEEn televisión, cabe destacar la actuación de cada interpretación musical, realmente era un maestro en el arte del manejo de camaras, perfiles que lo favorecían, luces y un sonido que para la época sigue siendo d excelente calidad.Todo esto conformaba un éxito sin precedentes en la programación de una televisión naciente.En canal 13 hizo sus primeras armas, llegando a tener tres programas en donde julio era personaje principal. “LUCES DE BUENOS AIRES” , “COPETIN DE TANGO” y “CASINO”, Eran los exitos televisivos de la decada del 60’ .No mas tarde llegaría la propuesta de Hugo del Carril para convocarlo a su película “BUENAS NOCHES BUENOS AIRES”, donde participaría con actrices como Beba Bidart .Era una escena en donde el interpretaba el “firulete”, mientras bailaba con la partenaire •SU PASO POR LAS RADIOSPor 1962, la entonces llamda “RADIO DEL PUEBLO”, lo convoca para hacer unas audiciones en vivo, siendo el director Antonio Maida, a quien julio le tenia gran afecto.Es así que un 6 de junio de ese año debuta en los recintos de aquella radio.Acompañado por el conjunto de guitarras de Héctor Arbelo, hace un repertorio gardeliano, que a la postrer se convertiría en disco. Mas tarde llegaría el turno de “RADIO BELGRANO” donde como solista lo acompañaba la orquesta de Leopoldo Federico, quien era el director artístico de aquella radio, donde no solo tenia audiciones en vivo ,también contaba chistes a montones que tal vez estarán registrados en las cintas de esa época. También fue llamado para actuar en “RADIO SPLENDID”, en donde canto por ultima vez antes de su accidente.También incursiono por otras radios en la etapa con pontier pero sin tener aun la fama adquirida de la etapa Federico. EN RADIO BELGRANO CON PONTIER •SU FISSORE, UN ARMA LETAL Tal vez su más preciado tesoro, también fue su arma preferida para un final trágico. El D.K.W. Fissore color rojo, una maravilla mecánica de la industria automotriz alemana liderada por la marca unión. Esta imagen de julio podría haber sido la despedida de toda su gente, la más allegada y los fanáticos que lloraron amargamente su deceso. •SU ULTIMA ACTUACIONLa noche del 26 de noviembre de 1964 ,es invitado a participar de la ceremonia del casamiento de unos de los muchachos dela orquesta de Leopoldo Federico ,Sosa que siempre fue de muy buen comer, esa noche no probo bocado y les canto a los presentes con toda su pasión y garra. En su discurso a los novios le dejo un saludo como de despedida, diciendoles que eran su familia,y que les deseaba lo mejor para sus hijos.Evidenciaba una tranquilidad que no era frecuente en un muchacho inquieto como julio. •EL TRAGICO FINAL En la madrugada del 24 de noviembre de 1964, según testimonios recogidos de un guarda que estaba de servicio, tomo en sentido hacia los carritos de la costanera(donde acostumbraba comer algo), y emprendió una veloz carrera por Figueroa Alcorta ,hasta que se topo con un camión que salía de una estación de servicioY en desesperado intento por volver a su carril desde la línea divisoria de la avenida, toco con la parte lateral trasera de su automóvil el frente del camión, Y fue a abrazar con su fissore la columna de señalización que esa época había en las calles de Bs.As.Desafortunadamente se incrusto la barra de dirección del volante, sobre su pecho, provocándole lesiones que lo llevaron al deceso entrada la mañana del 26 de noviembre.Infructuosos fueron los intentos desalvarlo dado la gravedad de su estado. •UN SEPELIO COMPLICADO Una vez preparado el cuerpo para su velatorio, comenzó el ir y venir de gente, primeramente se intento velarlo en la calle gallo 755, pero dada la repercusión que había tomado esta noticiaLa cantidad de personas que se acumulaba, superaba todas las expectativas de quien estaba a cargo del sepelio. Decidieron entonces llevarlo al salón “La Argentina”, en Rodríguez Peña 361, donde en varias oportunidades Julio había hecho algunas presentaciones.Finalizando el día, la cantidad de personas que querían despedirse de su ídolo se contaban por miles, por lo que Hugo del Carril junto a otros amigos,Gestionan ante tito Lectoure el traslado del féretro hacia el Luna Park.El cortejo fúnebre que estaba previsto para las 13 horas recién comenzó a las 15 horas. Un gris plomizo cubría el cielo que se puso a llorar junto con la gente, la partida de un verdadero artista.Demando más de 7 horas la llegada del cortejo a la Chacarita, en el transcurso del viaje, se suscitaron empujones, desmayos, enfrentamientos con la policía, gases lacrimógenos y otras.Después de la llegada y el oficio religioso, dejaron en depósito el féretro hasta el día siguiente, en que se lo coloco en el nicho nº 4269 de la galería 14. Allí paso 15 años donde jamás falto la ofrenda de sus seguidores.

Sosa paso a paso 2 parte


•SU CARRERA ARTISTICADesde su llegada a la Argentina un 15 de junio de 1949, Julio Sosa ha ido en franco ascenso rumbo al éxito. Pocos son los que tienen la cualidad de enfrentarse a las adversidades con el coraje y tesón con que El enfrentaba las dificultades.Esto le mereció el respeto y admiración de sus colegas a los que se daba francamente y sin medias tintas. •SU ETAPA CON FRANCINI-PONTIER Luego de deambular por el café “los andes y el argentino”, Hormaza Raúl ,(asiduo concurrente a estos lugares en busca de nuevos valores) al escucharlo y ver la personalidad de sus interpretaciones, decide conversar con El y le propone conocer a los maestros Francini-Pontier para que le tomen una prueba.Julio acepto pero no creía que tamaña orquestación fuera a darle el si, mas aun teniendo una amarga experiencia con la orquesta de Do Reyes Joaquín, quien le dijo no servirle como cantor.Dadas las instrucciones a julio para encontrarse en un café con Hormaza, este lo lleva a la prueba frente a Pontier ,luego de pedirle el tema que iba a interpretar, comienza el bandoneón a tocar “Tengo Miedo” y allí el varón suelta su mejor interpretación. Sorprendido Portier ante la grave voz ,llama a su compañero Francini y le proponen a julio actuar esa misma noche.Sin titubeos acepta la propuesta y le facilitan ropa adecuada al lugar.El “Picadilli” lugar netamente danzante de la época, vio parase a los concurrentes al pie del escenario a escuchar al cantor, al ver esto Francicni y Pontier, se felicitaron mutuamente por el descubrimiento y lo acertado de su contrato con el cantante.Desde 1949 hasta 1953 ,Sosa adquirió mucha experiencia junto a los maestros de la orquesta y a sus compañeros de escenario como lo fue Podesta Alberto. En sus cuatro años junto a la agrupación grabaron 15 temas dentro de los cuales el primero es a dúo con el mencionado compañero, el vals “el hijo triste”.La incorporación de julio a la orquesta fue una acertada decisión ya que hacia poco tiempo se habían ido Rufino Roberto y Beron Raúl ocupando Sosa el lugar de estos.Para esto ya alquilaba una pieza de pensión céntrica que compartía con artistas del espectáculo nocturno, quienes le conseguían en ocasiones el smoking para poder actuar. •SU ETAPA CON ROTUNDODespués de su exitosa etapa con el binomio Francini-Pontier, julio es tentado por Rotundo Francisco para reunirlo a sus filas .Sosa respetuoso de quienes le habían dado la oportunidad del éxito, consulta a los maestros la posibilidad de dejar su orquesta para incluirse en la de Rotundo Quien le ofrecía $ 5000- , como para que julio no pudiera negarse.Efectivamente le dieron la posibilidad artística y económica que necesitaba y sellaron el acuerdo abrazo mediante.Incluido ya en la orquesta de rotundo Sosa graba 12 temas desde 1953 hasta 1955.Tenia como compañeros nada menos que a Ruiz Floreal y Roldan Carlos de quienes aprendió el manejo de la voz. Debuta con rotundo en un lugar ya conocido por el y donde ya tenia su propia gente que lo seguía, “el picadilli”.Con el paso del tiempo, nota que su voz se va apagando, producto de pólipos en la garganta, que lo llevaron a ponerse muy mal anímicamenteDado que ya no podía actuar en los escenarios. Luego de haber recorrido varios especialistas que no le daban esperanza para su cura definitiva, recala en un especialista llamado Elkin León, un cirujano otorrino amigo de la esposa de Rotundo, Larrauri Juana, quien a su vez tenia contactos para llegar a la cirugía requerida.Operado de sus pólipos, y dando gracias al famoso cirujano, Sosa debía guardarse de hablar por 45 días hasta que sus cuerdas estuvieran cicatrizadas. Esto se prestaba para poner a prueba su fuerza de voluntad en la recuperación. Pasado el tiempo de reposo logra tener un timbre limpio y profundo de su voz que mejoro notablemente su entonación.Para este tiempo el binomio Francini Pontier se disuelve, formando cada uno su agrupación. Es aquí cuando Pontier decide llamar a Sosa nuevamente a integrar su nueva agrupación, y este acepta de buen grado, dándole las gracias a Rotundo y su esposa por ser los intermediarios de recuperar su voz. •NUEVAMENTE CON PONTIERCon una coloratura profunda y limpia julio grabo 9 temas con R.C.A Víctor y 25 temas con C.B.S Columbia, entre 1955 hasta 1960.Su fructífera etapa con pontier lo consolida en los escenarios y pasa a ser parte de un espectáculo único, donde los que iban a bailar terminaban agolpados al pie del escenario pidiendo autógrafos y temas que no entraban dentro del repertorio, que de todas maneras julio accedía a cantar. En el termino de esos 5 años, se consolida su situación financiera y adquiere su primer vehiculo con el que luego tendría su primer accidente.Internado en el hospital Rawson con quebradura en una pierna, escoriaciones y golpes, comienza su etapa poética, y decide plasmar en un libro su sentir de vida, quedando registradas 24 poesías de alto nivel lírico, que publicó por recomendación de sus amigos.Recuperado de sus lesiones y aun con bastón para ayudarse a caminar, hace sus presentaciones en publico para no rescindir los contratos que le preocupaban a Pontier .Esto le valió no solo el reconocimiento del publico que lo seguía sino el de Pontier que veía comprometida sus presentaciones.Estando en el hospital ya había engendrado la idea de ser solista, pero necesitaba del apoyo de una buena orquestación que aun no encontraba, hasta que Federico le propone ser solista. Como era su costumbre lo conversa con Pontier y este accede luego de cumplido su contrato, despidiéndolo con un abrazo, como buen amigo que era. •CON FEDERICO COMO SOLISTA Como solista había que encontrarle un nombre artístico que pudiera venderse en los discos, para ello el periodista Gaspari Ricardo lo apodo “el Varón del Tango” con ese nombre salio su primer L.P. grabado con Federico, luego se sucedieron 62 temas grabados desde 1960 hasta 1964 donde fallece.Paralelamente con las actuaciones por el país y las grabaciones, se daba la posibilidad de presentarse en las audiciones de radio, donde mayor éxito tubo fue en Radio Belgrano, durante mucho tiempo ocupo los primeros lugares de audiencia.No obstante esto los problemas que encaraba el tango con respecto a la música nueva olera de los 60’,le tocaban a julio de cerca ya que el proceso militar de entonces censuraba mucha de nuestra cultura tanguera dando preferencia a la música foránea impuesta por los imperios del norte. Pese a este inconveniente, Julio llenaba los clubes donde se presentaba, en sus giras por el interior del país. Mientras cumplía con los contratos de giras y presentaciones se daba tiempo para grabar y presentarse en esa época en algo novedoso llamado “televisión”.Con tres programas televisivos, abarcaba todos los espectros de difusión, radio TV. discos, y hasta incursiono en el periodismo.Con tantas actividades necesitaba un medio de locomoción mas veloz, así que paso del pequeño issetta con el que tuvo el accidente a un Decarlo700 con el que también sufrió un choque menor que lo tuvo varios días inactivos signado estaba su fin de un tercer accidente que le costaría su vida. •SU PASO CON ARBELO HECTOREncumbrado ya como solista decide homenajear la memoria de su ídolo Gardel grabando temas folclóricos con las guitarras del maestro Arbelo Héctor, coterráneo del Varón. Incluye varias obras camperas que deja plasmada en una placa de vinilo con 12 temas. Transcurría el año 1962 cuando lanzo este L.P. y paralelamente seguía con la orquesta de Federico.Segun Julio aprendió mucho del maestro Arbelo, por que decía: que era muy difícil cantar con guitarras, y allí comprendió la maestría que tenia Gardel y sus guitarristas.Segun comento Arbelo el disco se grabo en tres secciones de 4 temas cada una y a pesar de que Julio actuaba hasta la madrugada, acudía a las ocho de la mañana puntualmente y solía irse no antes de las cinco de la tarde.Fue tal el éxito de este LP que “post mortem” de Julio lo relanzaron nuevamente con otro titulo. JULIO EN LA RADIO CON LAS GUITARRAS DE ARBELO.