El gusano gigante y rugiente
hecho en fuego en acero y madera
se alejó rechinando en los rieles
cual furiosa y fantástica fiera...
Tú te fuiste encerrada en su vientre
con un rictus amargo en los labios
y el calor de tu mano afiebrada
me abrazó en el andén solitario.
Pronto el tren se burló de mis ojos
y mató en una curva mis ansias
aumentando su aguda sirena
el amargo sabor de mis lágrimas.
Qué pesadas se tornan las piernas
cuanta niebla aprisionan los párpados
cómo cambia la voz, cómo tiembla
cuando un tren nos aleja el pasado.
Tú te fuiste con él hace meses
y así a diario te sigues marchando
cuando el viejo reloj da las nueve
y el tren deja el anden solitario.
Sé que al fin volveremos a unirnos
tras el corto camino, tan largo...
y será el mismo tren de las nueve
que vendrá a devolverme el pasado...
Disfrazaste la tos traicionera
con sonrisa valiente y cansada
y hacia el norte partió el tren cargado
con tu pobre esperanza angustiada
y mi cruel presentir despiadado...
Qué pesadas se tornan las piernas,
cuánta niebla aprisionan los párpados
cómo cambia la voz, cómo tiembla
cuando un tren nos aleja lo amado
y qué triste se pone a las nueve
con su adiós el andén solitario...
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