viernes, 5 de abril de 2019

Espejismo


Boca arriba en el lecho alquilado de un hotel de este pueblo sureño prisioneros mis ojos hastiados de un paisaje de cal y cemento. Sobre mí tengo un cielo cercano de ladrillos oscuros y viejos y una gran asamblea de moscas como muertas estrellas pendiendo. A mi lado ella duerme sonriente con la húmeda boca entreabierta por los últimos besos gustados en mi boca tan sabia y tan vieja. Es apenas mujer, casi niña y dormida la veo tan bella que un instante la amo embrujado por su aspecto de gracia y pureza. Mas el sueño se irá de su frente será turbia y procaz su mirada y su impúdica boca sonriente insultante a las luces del alba seguirá repartiendo caricias por un precio irrisorio o muy caro; yo me iré cada vez más vacío a otro pueblo, a otro hotel, a otros brazos. Con mi ropa, su enagua y corpiño se abrazaron de amor en la silla y en la cama abrazaron sus piernas el desorden total de mi vida. A un costado del lecho me espera mi valija de eterno viajero; está abierta y me envía burlona una gran carcajada de cuero. Sólo existe este cielo cercano de ladrillos oscuros y viejos con su gran asamblea de moscas como muertas estrellas pendiendo...

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