Por qué te dije adiós...
por qué, adorada, mi dolor no advertiste
si al morder tu beso triste
comprendí que me enclaustraba
en la cárcel del recuerdo...
Con mis lágrimas.
Llanto inútil lacerante con que vierto
el dolor de no tenerte
de adorarte desde lejos...
Por qué te dije adiós y he permitido
que te fueras como un sueño
llevando tras de ti tu fresca risa
dejándome en silencio...
Y yo vi un gran amor en tu mirada
y yo vi tu tristeza
el dolor de tener que obedecerme
aunque no lo quisieras...
y obediente te fuiste, y no supe
gritarte que volvieras...
Golondrina aterida frente al viento
que quiso, enamorada de un paisaje
afrontar al invierno...
Y yo pude ayudarte, yo era fuerte
pero te dije adiós, cobardemente...
Tuve miedo al amor.
Inmenso miedo
de vivir otra vez ardientemente....
Ayer te vi pasar
y tu mirada
reflejaba la luz de amores nuevos
y te quise gritar
¡Ay, cómo te quiero!
Yo sigo en este invierno
que es el mismo de siempre
más vencido y más viejo
pero siempre queriéndote.
Por eso he de gritarte hasta que muera
la palabra tardía que no puede alcanzarte:
Te quiero, amada mía.
Con el alma te quiero
y aunque sé que no habrás de volver nunca
igual, igual te espero...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario