viernes, 29 de marzo de 2019

La búsqueda


Otra vez el agónico beso semejante y distinto en cien bocas. Otra vez el orgasmo demente y una nueva esperanza que aborta. Otra vez el cadáver de un sueño naufragado en un lago de esperma. Lujurioso y sediento, el cerebro sublimiza las frases obscenas. Otra vez la caricia crispada en la mórbida carne de seda. Nuevamente las mismas palabras siempre iguales mintiendo promesas. Otra vez el temblor convulsivo precursor del abismo adorado. Siento en mí la presión de tus muslos un inmenso collar nacarado... El marfil estatuario del vientre es testigo del húmedo beso que palpita en mi boca afiebrada y en la seda sin par de su sexo. Y un violento huracán de lujuria convulsiona sus manos de lirio y su monte de Venus se agita bajo el beso que es dicha y martirio. Luego aplasta mi pecho jadeante la armoniosa esbeltez de sus senos y penetro su carne, y su boca se hace beso en el grito supremo. Después, siempre es igual, sin palabras crece el gran malhumor del cansancio y qué frío y ausente es el beso un instante después del orgasmo... Otra vez el inútil intento por creer que el amor está cerca y dejar pesaroso la almohada con el alma más vieja y enferma...

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